miércoles, 12 de agosto de 2015

LA TALIDAD

LA TALIDAD
Por: samael aun weor

Mucho más allá del "vacío iluminador" y de la maquinaria de la relatividad, existe la “talidad” esto es “la totalidad”.
                     
“El vacío iluminador es el vestíbulo de la talidad”.

“Quien experimenta el vacío iluminador, si no regresa aterrorizado entra en la “talidad”.
                              
Retrocede el místico aterrorizado  ante el “vacío iluminador” cuando jamás ha pasado por la aniquilación buddhista.

En el océano de la luz increada el “no ser” es el “real ser”.

Se es realmente lo que uno cree que no es.

Ser algo que uno cree que no es, es ser realmente.

¿Si todas las cosas se reducen a la unidad, la unidad a que se reduce?
¡Incuestionablemente la unidad se reduce a todas las cosas!

Decir esto en forma enfática, resulta cosa fácil, comprenderlo es un poco más difícil, más no imposible.

Sentirlo, experimentarlo directamente, vivenciarlo es casi imposible...

Quienes alguna vez han pasado por tal experiencia mística, saben lo que es “el vacío iluminador”.

Solo esos, los pocos, conocen directamente eso que está más allá del cuerpo, los afectos y la mente, eso que es la verdad.

Afirmar intelectualmente que somos el árbol, el pájaro que vuela, el pez, el sol, los soles, resulta muy fácil.

Identificarnos con el árbol, con el pájaro, con el pez, con el sol, con los soles, en estado de éxtasis y luego sentirnos siendo todo eso, resulta muy sencillo y al alcance de cualquier místico iluminado, es sencillísimo.


Ser realmente el árbol, el pájaro, el pez, el sol, los soles, resulta casi imposible, es “sunyata” la experiencia del “vacío iluminador”.

Para comprensión de nuestros lectores diremos que una cosa es identificarse con el árbol y otra muy distinta ser el árbol.

En “sunyata” experiencia directa del vacío iluminador, se es realmente el árbol, el pájaro, el pez, el sol, los soles, el mundo, los mundos, todo lo que es, ha sido y será.

Cuando se tiene “ego” la esencia regresa como la lámpara de Aladino a la botella, el interior del ego.

Así se pierde el “sunyata”, la experiencia mística de lo real.

Es precisamente en “sunyata” cuando se experimenta directamente eso que es la verdad.

La esencia en “sunyata” se mueve libremente en el seno del “vacío iluminador”.

La gota se sumerge entre el océano de aquello que nadie entiende.

Lo que es realmente nunca es entendido por aquellos que viven en el tiempo.

Eso que experimenta la esencia, aterroriza espantosamente al ego, ser todo y no ser alguien resulta espantoso para quienes retroceden en la “aniquilación buddhista”.

La autentica felicidad del ser horroriza al ego.

En “sunyata” existe un elemento que transforma radicalmente.

Quien alguna vez ha experimentado el “sunyata” trabajara intensivamente sobre sí mismo, sin desmayar jamás.

En el “vacío iluminador” se siente lo que nunca se puede expresar con palabras.
eso que se siente en el ser causa dolor al ego.

El ser y el ego son incompatibles.

Son como el agua y el aceite nunca se pueden mezclar.

En “sunyata” la gota se diluye más y más entre el gran océano... Se extiende terriblemente.-

¿Adónde nos llevara?

Aúlla el huracán entre las gargantas de las montañas, el mar azota la playa, se estremece la tierra en sus intimidades...

Todo esto no son sino incidentes pasajeros, vanos aleteos, ligeras vibraciones que se pierden entre eso que está más allá del cuerpo, los afectos y la mente.

En el gran océano se diluye, la conciencia extendiéndose aterradoramente; es río, es mar y mucho más que todo eso.

Toda esa profundidad es terriblemente divina; océanos sin orillas...
Los Dioses son tan solo olas de luz entre el océano profundo de eso que no tiene nombre.

La conciencia superlativa del ser, se extiende, se amplía aterradoramente y presiente que al fin ha de perderse en algo aún más profundo...

Si el ego no existiera, toda posibilidad de terror sería algo más que imposible.

Desgraciadamente el ego, aún existe y teme a la aniquilación buddhista.

Es precisamente el “mi mismo” quien transmite su pérfida vibración a la conciencia superlativa del ser.

Entonces el místico exclama (y yo, entonces... ¿qué será de mí?

Teme el místico dejar de existir... se horroriza... sabe que ha de perderse en la “talidad” (la totalidad).

Así es como se pierde el satori, el éxtasis, el shamadí, y se vuelve al interior del “mi mismo”.

Cuán pocos resisten con éxito el sunyata  buddhista.

En realidad la talidad está mucho más allá del universo, de la relatividad.

incuestionablemente “la talidad” está también muchísimo más allá del vacío iluminador.

La maquinaria universal  de la Relatividad y su opuesto, el vacío iluminador, son tan solo los opuestos de eso que es y sin embargo no es.

“La talidad” es la síntesis de esos opuestos, aquello que existe más allá de toda posible existencia.

Indubitablemente aquello que existe más allá de toda posible existencia, es realmente eso que no es absolutamente para la mente.

“El vacío iluminador” es tan solo el vestíbulo de la sabiduría; tú lo sabes.

Quien esto escribe experimentó por tres veces consecutivas el “vacío iluminador”; ahora parla porque...

samael aun weor



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