GNOSIS
LA MEDITACIÓN INTERNA
Por: samael aun weor
En la escuela del sufismo encontramos descritos los siete grados de
éxtasis por los cuales el místico alcanza el estado perfecto del alma.
El sufismo es la escuela del éxtasis.
Allí se revela la estación del nivel con el secreto, porque es el estado
interior de la vida en Dios.
En la senda de la paz interior debemos hacer la voluntad del Padre así
en los cielos como en la tierra.
Esta conformidad con el yugo suave nos lleva por el camino angosto,
estrecho y difícil que conduce a la luz.
Todo aquel que trabaje en el magisterio del fuego, debe aprender a
meditar en las siete iglesias.
El místico debe concentrarse profundamente en el Cordero Inmolado.
El místico debe orar suplicándole al Adorable que le despierte el chacra,
disco, rueda o facultad anhelada.
Después de hecha la súplica, debe el místico buscar su refugio en la
nada.
La mente debe quedar silenciosa y quieta.
Cuando la mente está en silencio, cuando la mente está quieta, entonces
viene la iluminación, el éxtasis.
El sueño combinado con la meditación produce éxtasis.
Dios busca a la nada para llenarla.
El éxtasis tiene siete grados de poder: el primero es el fuego que nos
instruye y Enseña.
El segundo es la unción gnóstica, la cual es un suave licor solar que
difundiéndose por toda el alma, la Enseña, corrobora y dispone para encarnar la
verdad.
El tercero es la exaltación mística del discípulo humilde y sincero.
El cuarto es la iluminación.
El quinto es la dicha interna de la divina dulzura emanada de la
preciosa fuente del Espíritu Santo.
Este gozo es para aquellos que tienen "conciencia continua".
El sexto es la decapitación del yo.
El séptimo es la iniciación venusta, la encarnación del Hijo del Hombre
dentro de nosotros mismos.
Existen otros grados de contemplación y éxtasis, como son: raptos,
licuefacción, deliquio, júbilo, ósculo, abrazo, transformación, etc.
Cuando nuestra mente se sumerge en "la nada", el Cordero entra
en el alma para cenar con ella.
Esa nada es el medio para que el Bienamado obre dentro de tu alma,
despertando centros y haciendo maravillas.
Por esa nada viene el divino esposo para desposarse con su alma, en el
tálamo nupcial del paraíso.
Por este camino volvemos a la inocencia del paraíso.
El alma sumergida en esa nada, pasará con éxito los espirituales
martirios y los interiores tormentos.
Dios busca a la nada para llenarla.
La meditación interna produce cambios en nuestros cuerpos internos.
Entonces viene el despertar de la conciencia.
Todos los seres humanos viven en los mundos suprasensibles con la
conciencia dormida.
La meditación provoca el solemne despertar de la conciencia.
Ese despertar es como un relámpago en la noche.
El despertar de la conciencia viene durante el sueño normal de nuestro
cuerpo físico.
Cuando el cuerpo duerme nosotros nos movemos en nuestros vehículos
internos.
Cuando el cuerpo duerme, el alma viaja por los mundos superiores.
Con el despertar de la conciencia, dejamos de soñar.
Entonces vivimos en los mundos internos en un estado de vigilia intensificada.
Eso es lo que se llama "conciencia continua".
Aquel que ha despertado la conciencia vive despierto en los mundos
superiores.
En los mundos suprasensibles sentimos la beatitud mística de la luz
inefable...
Allí el pasado y el futuro se hermanan dentro del eterno ahora.
No hay mayor placer que aquel de sentirse el alma desprendida.
Entonces saboreamos el néctar divino de lo eternal y llenos de alegría
nos entramos por las puertas de los templos entre las inefables melodías de los
Grandes, Misterios.
samael aun weor
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